Voluntariado Juvenil Vicentino

El Voluntariado Juvenil Vicentino tuvo su origen en París el 29 de noviembre de 1909. Nació con el nombre de “Obra de Luisas de Marillac”, y como parte de la Cofradía de las Damas de la Caridad, hoy Asociación Internacional de Caridades (A.I.C.). De esto hay constancia en un acta en la parroquia de San Nicolás de Chardonet, firmada por Monseñor Annette, Arzobispo de Paris. En Colombia fue organizado el movimiento el 2 de enero de 1933 3n Cali, desde donde se propagó al resto del País. En 1971 tomo el nombre de Voluntariado Juvenil Vicentino “VOLJUVI” dejando de ser solo femenino. Hace parte de la familia vicentina. Sigue las orientaciones de la Iglesia Católica, es ajeno a toda actividad de carácter partidista. Acata la constitución y las leyes de la Republica y promueve obras sociales de caridad y Evangelización, desarrollo humano y servicio a la comunidad.

jueves, septiembre 6

LECTIO DIVINA – DOMINGO 23º TO –Ciclo B ¡TODO LO HA HECHO BIEN!


LA PALABRA HOY: Isaías 35,4-7; Salmo 145; Santiago 2,1-5; Marcos 7,31-37
Ambientación: Cirio, Biblia, frase: ¡Ábrete!
Cantos sugeridos: El Señor es mi fuerza
 Fuentes: “Tú tienes palabras de vida, Ciclo B”; obras completas de San Vicente de Paúl.

AMBIENTACIÓN:

La gente que estaba junto a Jesús escuchaba sus palabras; pero también le acercaban sus enfermos para que los curase.
Nosotros nos acercamos al Señor del mismo modo: en actitud de escuchar su Palabra de vida y poner en sus manos nuestras preocupaciones. Hoy nos ofrece una palabra gozosa, liberadora y llena de esperanza.

1. Oración inicial

Tú, Señor, eres el más bueno,
el más justo y compasivo...
Tú has sido bueno con nosotros,
has arrancado nuestros ojos de las lágrimas,
has apartado nuestra vida de la muerte.
¡Padre de la vida, que nos sanas en tu Cristo!
Permítenos imitar tu amor
el que nos has mostrado en Jesús:
Por sus manos cura aún
aquella ceguera que distingue entre personas,
aquella incapacidad de confesar a Cristo
presente en los hermanos...
Y continúa haciéndonos el bien,
y aumentando en nosotros el gozo
de ser tu presencia misericordiosa
para todo pobre que sufre.
AMÉN.


I. LECTIO ¿Qué dice el texto? – Marcos 7,31-37

Motivación: A través del anuncio profético de la salvación cristiana y sobre todo en el relato de las “cosas buenas que hacía”, la figura del Señor misericordioso atrae hoy las esperanzas de todo aquel que sufre, que necesita de luz y liberación. Escuchemos.

Forma de leerlo:
Proclamar el texto en voz alta (todos de pie).
Cada uno puede leer en voz alta el versículo que más le llamó la atención (sentados).

Preguntas para la lectura:
¿Cómo describe el texto la curación del sordomudo?
¿Qué pasos y gestos realiza Jesús?
¿Cómo reacciona el que acaba de ser curado? ¿y la gente, qué dice de Jesús?
¿Qué les mandó Jesús a los presentes? ¿Qué hicieron ellos?

Otros textos bíblicos para confrontar: Mc 8,23; Jn 9,6; Mc 5,23; 6,5; 8,23.25


II. MEDITATIO ¿Qué me dice? ¿Qué nos dice el Texto?

Motivación: El sordomudo también nos representa a nosotros, que queremos entender y crecer en nuestra fe. Como él, cerramos muchas veces los oídos a la Palabra de Dios que viene a iluminarnos y pegamos la lengua al paladar, incapaces de comunicar a otros la Buena Noticia. Abramos ahora los oídos de nuestro corazón a la Palabra que hemos proclamado hoy.

¿Te identificas con el sordomudo del evangelio? ¿Qué trabas y bloqueos te impiden responder a lo que el Señor te pide?
Le llevaron un hombre... y le suplicaban que le impusiera la mano. ¿Me preocupo por acercar a Jesús a las personas que se encuentran en dificultad?
Hoy muchas personas permanecen “sordos” y “mudos” al evangelio. ¿Con qué gestos y actitudes podríamos nosotros, los creyentes, abrirles al mensaje de Jesús?
“Todo lo ha hecho bien”: ¿Qué obras de Jesús me provocan esa admiración?

Luego de un tiempo de meditación personal, compartimos con sencillez nuestra reflexión, lo que el texto ME dice a mi propia realidad y situación personal.


III. ORATIO ¿Qué le digo al Señor motivado por su Palabra?

Motivación: Jesús realiza todos estos signos en nombre de Dios. Por eso, en actitud orante, levanta los ojos al cielo antes de sanar a este enfermo. Nosotros sólo podremos ser signos vivos de la salvación divina si cultivamos esa relación amorosa con el Padre mediante la oración y si miramos con compasión a nuestros hermanos.

Luego de un tiempo de oración personal, podemos compartir en voz alta nuestra oración, siempre dirigiéndonos a Dios mediante la alabanza, la acción de gracias o la súplica confiada.
Se puede, también, recitar el salmo responsorial que corresponde a este domingo (Salmo 145).


IV. CONTEMPLATIO ¿Qué me lleva a hacer el texto?

Motivación: Entre los innumerables pobres, los enfermos siempre han tenido, en la caridad de san Vicente, un lugar prioritario y privilegiando. A las Hijas de la Caridad les habla sobre la excelencia de su vocación:
«Para ser verdaderas Hijas de la Caridad, hay que hacer lo que hizo el Hijo de Dios en la tierra. ¿Y qué es lo que hizo principalmente? Después de haber sometido su voluntad obedeciendo a la santísima Virgen y a san José, trabajó continuamente por el prójimo, visitando y curando a los enfermos, instruyendo a los ignorantes para su salvación. ¡Qué felices son, hijas mías, por haber sido llamadas a una condición tan agradable a Dios!» (IX, 34)
«Así como Jesús, que “todo lo ha hecho bien”, también las hermanas (y todo creyente), deben imitar esta actitud del Señor:
Fíjense, hijas mías: hagan todo el bien que quieran; si no lo hacen bien, no les aprovechará de nada... ¡Oh, mis queridas hermanas! Hay que imitar al Hijo de Dios que no hacía nada sino por el amor que tenía a Dios su Padre. De esta forma, su propósito, al venir a la Caridad, tiene que ser puramente por el amor y el gusto de Dios; mientras estén en ella, todas sus acciones tienen que tender a este mismo amor.» (IX,74)

Compromiso:
Tomar conciencia de mis “sorderas espirituales”. ¿En qué circunstancias me cuesta escuchar la Palabra de Dios?

Oración final

Señor Jesús, a aquel que no oía ni hablaba
Effetá, le dijiste y le abriste el oído,
Effetá y comenzó a oír tu Palabra
Effetá y comenzó a conocerte,
por eso, sigue diciendo EFFETÁ,
sigue abriendo nuestros corazones,
sigue derramando tu amor en nuestras vidas,
sigue inundándonos de ti,
para que podamos oírte, para que podamos seguirte,
para que Tú vayas actuando en nosotros,
para que vayas haciendo maravillas,
para que nos vayas transformando en ti,
y nos hagas testigos tuyos, dando a conocer a otros,
lo que Tú hiciste en nosotros.
Abre Señor, nuestros oídos, nuestro corazón, nuestro espíritu,
para que vivamos en, por y para ti. Que así sea.



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