1. Hoy deseo animar a todos cuantos son “asesores/as” y cumplen con su trabajo en ambos aspectos de su misión: No existe petición que se oiga más a menudo en los últimos años que la petición de formación. La gente está hambrienta de formación. Aunque los miembros de los grupos AIC sean los primeros responsables de su propia formación, un buen “asesor” o “formador” desempeñará un papel indispensable. Todos aprendemos los unos de los otros. Un buen guía experimentado puede conducirnos hacia nuevas tierras. En mi reciente visita a uno de los museos de Roma, aprendí de una joven y entusiasta guía, mucho más en hora y media de visita que durante toda una semana en la biblioteca. Ella sabía cómo ayudar a los demás en su formación.
2. Hoy día, a menudo designamos a ciertos líderes y maestros como “animadores”. Literalmente, esto quiere decir que tienen alma, “anima”, y que saben comunicarla a los demás. “Anima” quiere también decir aliento, vida, espíritu. El presente documento llama al asesor a infundir vida al grupo: a sus plegarias, a sus reuniones, a sus trabajos. Desearía que cada grupo AIC, bien formado, pudiera tener muchísima “alma”.
Les animo mucho a que cuando reciban este documento lo estudien juntos. Reuniones a nivel de ciudad, cuando cuenten con varios grupos AIC, reuniones regionales, o incluso a nivel nacional, pueden ser un buen método para ayudarse unos a otros en el cumplimiento de su misión. En una carta aparte, ruego a todos los Visitadores de la Congregación de la Misión y a las Visitadoras de las Hijas de la Caridad que presten su ayuda para que estos encuentros sean posibles.
Un asesor es, según la palabra empleada por las Líneas programáticas AIC 1998-2002, un “agente multiplicador”. Él o ella, consagran tiempo a ayudar a los demás a crecer en la vida del Espíritu, a adquirir las aptitudes necesarias para ser bueno, para ser un ferviente siervo de los pobres.
Ruego al Señor para que las semillas sembradas por los asesores AIC produzcan abundantes frutos en la vida de los miembros de la asociación. Éste es con toda seguridad, el papel que está más cerca del corazón de San Vicente. Ruego a él que bendiga a todos cuantos, con tanta generosidad, se comprometen en ello.
Su hermano en San Vicente
Robert P. Maloney, C.M.
Superior General
de la Congregación de la Misión y
de la Compañía de las Hijas de la Caridad
Documento tomado de CMglobal.org