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Fuentes: “Tú tienes palabras de vida, Ciclo B”;
obras completas de San Vicente de Paúl.
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LA PALABRA HOY: Proverbios 9,1-6; Salmo 33; Efesios 5,15-20; Juan
6,51-58
Ambientación: Al centro: un pan grande, un cirio y la frase: El que me coma vivirá por mí.
Cantos sugeridos: Yo soy el pan de vida; En su mesa hay amor
AMBIENTACIÓN:
Jesús estaba junto a Dios, pero ha bajado a este
mundo y ha preparado un banquete en el que ofrece un pan que es su propia
carne, su misma persona. Para el que se alimenta de él acogiéndolo con fe, se
convierte en un pan de vida eterna que permite entrar en una comunión
inesperada con Dios.
Esa comunión es la que nos permite darnos cuenta de
lo que el Señor quiere HOY de nosotros.
1. Oración inicial
Señor Jesús,
Tú que nos has dejado tu cuerpo y tu sangre,
como verdadera comida y verdadera bebida,
que te has dado Tú mismo,
dándonos tu carne,
dándote Tú todo, en cuerpo y alma,
quedándote en la Eucaristía,
para vivificarnos con tu vida,
transformándonos para que nosotros
tengamos vida en ti,
danos la gracia de experimentar tu presencia viva
y así tener la gracia de adherirnos vivencialmente a ti,
para vivir como Tú quieres y esperas de nosotros.
Abre nuestro corazón y ayúdanos
a sentirte presente y vivo junto a nosotros
sintiendo que eres Tú el que nos vivificas
y transformas con tu vida.
AMEN.
I. LECTIO ¿Qué dice
el texto? – Jn 6,51-58
Motivación: El cuerpo humano se alimenta de pan y vino;
también la fraternidad necesita alimentarse día a día para no morir de
"desnutrición"; la caridad exige siempre un esfuerzo por salir del
propio egoísmo; por eso siempre está necesitada de una ayuda que la
vivifique; esa ayuda no es otra sino el cuerpo y la sangre de Cristo, que se
nos entrega como alimento, solidarizándose en todo con los hombres, sus
hermanos. Escuchemos.
Forma de
leerlo:
1. Proclamar el texto en voz alta (todos de pie).
2. Cada uno puede leer en voz alta el versículo que más le llamó la
atención (sentados).
Preguntas para la lectura:
· ¿Cómo se presenta Jesús? ¿Qué dice sobre Él
mismo?
· ¿Qué reacción provoca en los judíos? ¿De qué
discuten?
· ¿Cómo les responde Jesús? ¿Qué significa para
sus discípulos “comer su carne” y “beber su sangre”?
· ¿Cómo define Jesús a su Padre? ¿Cuál es el
poder del Padre?
Otros
textos bíblicos para confrontar: Lc 22,19; 1Co 11,24; Jn 15,4-5.
II. MEDITATIO ¿Qué me
dice? ¿Qué nos dice el Texto?
Motivación: El Evangelio de hoy es sumamente exigente, si
queremos tomarlo en serio. Nos ayuda a entender dónde está el secreto de la
vida verdadera. Actualicemos y acerquemos a nuestra existencia concreta lo que
nos ha sugerido la lectura de este texto.
· ¿De qué manera te ayuda la celebración de la
Eucaristía a alimentar tu vida de fe? ¿Cómo te ayuda a profundizar tu relación
con Jesús y con el Padre?
· ¿Busco la Eucaristía como el alimento vital y
fundamental para vivir lo que el Señor quiere y espera de mí?
· ¿Vivo la comunión eucarística como el momento
donde el Señor me llena de su presencia viva?
Luego de un tiempo de meditación personal,
compartimos con sencillez nuestra reflexión, lo que el texto ME dice a mi
propia realidad y situación personal.
III. ORATIO ¿Qué le digo al Señor motivado por su
Palabra?
Motivación: Jesús ha eliminado todas las distancias que
separaban al ser humano de Dios, nos ha comunicado la vida del Padre y se ha
hecho pan de vida eterna para todo el que cree en él. Presentemos al Señor,
orando lo que nos ha sugerido la reflexión de este texto.
· Luego de un tiempo de oración personal, podemos
compartir en voz alta nuestra oración, siempre dirigiéndonos a Dios mediante la
alabanza, la acción de gracias o la súplica confiada.
· Se puede, también, recitar el salmo
responsorial que corresponde a este domingo (Salmo 33).
IV. CONTEMPLATIO
¿Qué me
lleva a hacer el texto?
Motivación: Es
ahora San Juan Gabriel Perboyre, el que nos habla de la grandeza de la
Eucaristía. Antes de celebrar la misa pronuncia estaba profunda y hermosa
súplica:
Heme
aquí, ¡oh mi divino Salvador! Que a pesar de mi indignidad, voy a darte un ser
que tú no tienes, el ser sacramental. ¡Y bien! yo te ruego y te conjuro que
obres en mí la misma maravilla que voy a realizar sobre este pan, en virtud de
los poderes que Tú me has confiado. Que cuando yo diga: esto es mi cuerpo,
digas también Tú de tu indigno servidor: `este es mi cuerpo'. Haz, por tu
omnipotencia y tu infinita misericordia, que yo me cambie y transforme
totalmente en Ti. Que mis manos sean las manos de Jesús, que mis ojos sean los
ojos de Jesús, que mi lengua sea la lengua de Jesús; que todos mis sentidos y
todo mi cuerpo sólo sirvan para glorificarte; pero sobre todo transforma mi
alma y todas sus potencias: que mi memoria, que mi inteligencia, que mi
corazón, sean la memoria, la inteligencia y el corazón de Jesús; que mis
operaciones, mis sentimientos sean semejantes a tus operaciones, a tus
sentimientos; y que, como tu Padre decía de Ti: `Yo te he engendrado hoy',
puedas Tú decir lo mismo de mí y agregar también con tu Padre celestial: `he
ahí a mi hijo bienamado, objeto de mis complacencias'. Sí, destruye en mí todo
lo que no sea tuyo; haz que yo no viva sino de Ti, para Ti, a fin de que
también yo pueda de mi parte decir como tu gran apóstol: `no soy yo quien vive,
es Jesucristo que vive en mí'.
Compromiso:
· Agradecer a
Dios por el don de la Eucaristía, por su
presencia en ella; orar por aquellos que viven alejados del Pan de vida eterna.
· Vivir
durante la semana como una persona eucarística: haciendo de mi vida un pan
partido y compartido con los demás.
Oración
final
CREO Señor
que está vivo y presente en la Eucaristía,
que tu Carne es verdadera comida,
que tu Sangre es verdadera bebida,
que Tú vienes a mí y me transformas,
que Tú me unes más a ti en tu amor total…
que en la Eucaristía, estás Tú TODO, Dios y
hombre verdadero,
que la Eucaristía es el don máximo de tu amor
hacia nosotros,
que Tú te das como alimento para impulsarnos a
ti,
Creo Señor, pero ven Tú en mi ayuda para que cada
vez más, viva por ti y para ti, siendo Tú todo para mí. AMÉN