Voluntariado Juvenil Vicentino

El Voluntariado Juvenil Vicentino tuvo su origen en París el 29 de noviembre de 1909. Nació con el nombre de “Obra de Luisas de Marillac”, y como parte de la Cofradía de las Damas de la Caridad, hoy Asociación Internacional de Caridades (A.I.C.). De esto hay constancia en un acta en la parroquia de San Nicolás de Chardonet, firmada por Monseñor Annette, Arzobispo de Paris. En Colombia fue organizado el movimiento el 2 de enero de 1933 3n Cali, desde donde se propagó al resto del País. En 1971 tomo el nombre de Voluntariado Juvenil Vicentino “VOLJUVI” dejando de ser solo femenino. Hace parte de la familia vicentina. Sigue las orientaciones de la Iglesia Católica, es ajeno a toda actividad de carácter partidista. Acata la constitución y las leyes de la Republica y promueve obras sociales de caridad y Evangelización, desarrollo humano y servicio a la comunidad.

domingo, agosto 7

LECTIO DIVINA –DOMINGO 19º TO. - “A”

¡SOY YO! ¡NO TENGAN MIEDO!
Fuentes: “Tú tienes palabras de vida, Ciclo A”; obras completas de San Vicente de Paúl.; “Claves para Lectio Divina para jóvenes” www.cmperu.com.pe

LA PALABRA HOY: 1 Reyes 19, 9a.11-13a; Salmo 84, 9-14; Romanos 9, 1-5; Mateo 14,22-33
Ambientación: Entregar a cada participante una tarjeta donde escribirá su principal “temor” que le hace dudar y tambalear. Las tarjetas se pondrán alrededor de un cirio y la frase “No teman”.
Cantos sugeridos: Cristo está conmigo; Si vienes conmigo

AMBIENTACIÓN:
Hay que tener los ojos de la fe bien abiertos para no confundir al Señor que se acerca caminando sobre las aguas como un fantasma. Dispongámonos a escuchar la Palabra, presencia real y serena del Señor entre nosotros.

1. Oración inicial
Señor Jesús
Tú que hiciste caminar a Pedro sobre las aguas,
y que le invitaste a confiar y esperar plenamente en ti;
ayúdanos para que conociendo lo que Tú esperas de cada uno de nosotros
podamos como Pedro caminar sobre las aguas,
sin dudar, creyendo y confiando plenamente en ti,
a pesar de las adversidades, de los temporales de la vida,
y aún de nuestra propia debilidad.
Danos Señor, la gracia de comprender
la dimensión de lo que implica creer y confiar en ti;
ayúdanos a creer y confiar en ti,
esperando solo en ti,
siendo Tú todo para nosotros
así como Tú lo esperas y quieres.
Que así sea.

I. LECTIO ¿Qué dice el texto? – Mateo 14, 22-33
Motivación: El evangelio de hoy nos presenta a la Iglesia en estado de misión. Los apóstoles experimentan la oposición de las fuerzas del mal, sienten miedo, pero la presencia de Jesús Resucitado les devuelve el ánimo y la confianza. Escuchemos.

Forma de leerlo:
1.Proclamar el texto en voz alta (todos de pie).
2.Cada uno puede leer en voz alta el versículo que más le llamó la atención (sentados).

Preguntas para la lectura:
•¿Cuál es la orden que da Jesús a sus discípulos luego de despedir a la gente?
•¿Qué pasaba con la barca en que iban los discípulos, mientras Jesús oraba?
•¿Cómo se sintieron los discípulos al ver a Jesús caminando sobre las aguas?
•¿Qué fue lo que dijo Pedro luego de escuchar la voz de Jesús? ¿Qué pasó con Pedro luego que Jesús le dice ¡ven!?
•¿Qué le dijo Jesús a Pedro al verlo dudar?
•¿Cuál es la expresión de fe final de los discípulos?

Otros textos bíblicos para confrontar: Mc 6, 47-53; Jn
6, 15-21; Mt 8, 23-27; Salmo 77, 16-20; Job 9, 8.

II. MEDITATIO ¿Qué me dice? ¿Qué nos dice el Texto?
Motivación: Como Pedro y los demás discípulos, sentimos que en ocasiones fuertes vientos hacen vacilar nuestros pasos, zarandean la barca de la Iglesia y nos hacen temer que estamos a punto de naufragar. Sólo la mano tendida de Jesús y su palabra nos permiten recuperar la seguridad de que el Hijo de Dios sigue caminando a nuestro lado.

•¿Cómo es el rostro de Jesús que descubres en medio de tus tempestades? ¿Te identificas con la experiencia de los discípulos reflejada en el evangelio de hoy?
•¿Qué vientos azotan hoy nuestra Iglesia y nuestra vida como discípulos? ¿qué miedos nos provocan?
•Cuándo siento que me estoy hundiendo en mis propios problemas, ¿soy capaz de acudir a Jesús para solicitar su auxilio?
•Comparte alguna experiencia que hayas tenido en la que el Señor te haya traído serenidad en momentos de angustia o dificultad.

Luego de un tiempo de meditación personal, compartimos con sencillez nuestra reflexión, lo que el texto ME dice a mi propia realidad y situación personal.

III. ORATIO ¿Qué le digo al Señor motivado por su Palabra?
Motivación: Sin la presencia del Señor en la barca de nuestra vida, estaríamos a la deriva, tambaleándonos. Con fe le pedimos que permanezca a nuestro lado y que ilumine nuestros corazones para reconocerlo. Desde la profunda confianza en su cercanía, le decimos: “Señor, tiende tu mano y sálvanos”.

•Luego de un tiempo de oración personal, podemos compartir en voz alta nuestra oración, siempre dirigiéndonos a Dios mediante la alabanza, la acción de gracias o la súplica confiada.
•Se puede, también, recitar el salmo responsorial que corresponde a este domingo. (salmo 84)

IV. CONTEMPLATIO ¿Qué me lleva a hacer el texto?
Motivación: San Vicente en una conferencia exhorta a los misioneros a confiar plenamente en Dios:
El verdadero misionero no tiene que preocuparse de los bienes de este mundo, sino poner toda su confianza en la providencia del Señor, seguro de que, mientras permanezca en la caridad y se apoye en esta confianza, estará siempre bajo la protección de Dios; por consiguiente, no le sucederá nada malo ni le faltará bien alguno, aunque piense que según lo que aparece todo está a punto de fracasar. (XI,732)

A las Hijas de la Caridad les dice: Si él quiere conducirlas por los caminos duros, como son los de la cruz, las enfermedades, la tristeza, los abandonos interiores, dejémosle hacer y pongámonos con indiferencia en manos de su Providencia. Dejemos hacer a Dios; él sabrá sacar su gloria de todo eso y hará que todo ceda en provecho nuestro, ya que nos ama con mayor cariño que un padre a su hijo. Estas son, hijas mías, unas razones muy poderosas para que se dejen conducir por la Providencia. (IX,1049-1050)

•Compromiso: Durante la semana, busca un momento de oración a solas con Jesús para confiarle todos tus temores y encontrar en él la fortaleza necesaria.

Oración final:
Dios Padre nuestro,
que nos llamas a vivir llenos de confianza en Ti, sabiendo que nunca nos dejas solos, y que en Jesús nos ayudas a superar todo mal; ahora que estamos en tu presencia te pedimos que sea el mismo Jesús, Hijo tuyo y hermano nuestro, quien oriente nuestra vida, de modo que la bondad y la misericordia que proceden de Ti lleguen a todas las personas.
Gracias, Señor, por todas las cosas buenas que nos das; sigue cuidándonos y protegiéndonos para que nuestras palabras, nuestras miradas, nuestros sentimientos y nuestras obras sean siempre y en todo conforme a tu voluntad, y nuestro corazón, lleno de tu paz y de tu amor, muestre a todos el Amor del tuyo. 
AMÉN.

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