Ambientación: Al centro la Biblia, un Cirio grande, dos pequeños
a cada lado y dos anillos matrimoniales como expresión de la mutua fidelidad.
Cantos sugeridos: Amar es entregarse; Si yo no tengo amor
AMBIENTACIÓN:
Las palabras de Jesús
que hoy vamos a escuchar: “Lo que Dios ha unido no lo separe el hombre”, nos
están hablando de una fidelidad sostenida por el amor, no por contratos ni por
la ley. Es una enseñanza que se dirige al corazón humano, lo que exige volver a
ser como niños, abiertos a la novedad del Reino.
1. Oración inicial
Dios Padre eterno,
Tú que has hecho al hombre y a la mujer
para que se unieran
siendo los dos una sola carne,
para que viviendo el uno para el otro,
se santificaran en el amor mutuo.
Tú que los hiciste
para que en mutua complementariedad
realizaran tu proyecto de amor,
y que los uniste hasta que la muerte los separe,
te pedimos nos ayudes a comprender
tus motivaciones y tu intención
al unir el hombre y la mujer para siempre,
para que nadie separe lo que Tú has unido.
Danos la gracia de valorar el don del matrimonio
y así comprender tu voluntad original
buscando hoy vivir como Tú nos pides.
Que
así sea
I. LECTIO ¿Qué
dice el texto? – Marcos 10, 2-16
Motivación: La unión matrimonial no es signo encerrado
en sí mismo en la búsqueda egoísta de la propia felicidad, sino que Jesús lo
hace signo del Reino de Dios, signo de entrega y de donación. La felicidad
plena del ser humano está en cumplir la voluntad de Dios. Escuchemos.
Forma de
leerlo:
1. Proclamar el texto en voz alta (todos de pie).
2. Cada uno puede leer en voz alta el versículo que más le llamó la
atención (sentados).
Preguntas para la lectura:
- ¿Quiénes interpelan a Jesús? ¿Qué le
preguntan?
- ¿Qué dice Jesús respecto a lo que ordenó
Moisés?
- ¿Qué les dice a sus discípulos sobre la misma
cuestión? ¿Cuál es el proyecto original dado por Dios desde la creación?
- ¿Qué condiciones pone Jesús para entrar en el
Reino de Dios?
- ¿Qué quiere decir “recibir el Reino de Dios como
un niño?
Otros
textos bíblicos para confrontar: Mt 19,1-9; Gn 1,27; Gn 2,24; Dt 24,1; Mt 5,32;
Lc 16,18.
II. MEDITATIO ¿Qué me
dice? ¿Qué nos dice el Texto?
Motivación: Acoger la soberanía de Dios sobre todo lo
creado es entender nuestra vida no desde las normas humanas ni desde las
convenciones sociales, sino desde la ley de Dios. Esta ley no es arbitraria ni
caprichosa: está fundada en su amor creador. Sólo desde este amor se puede
vivir la exigencia del Reino.
- ¿Cuál es la intención original del Dios, su proyecto de amor para el matrimonio, cuando dijo que: “el hombre dejará a su padre y a su madre, para unirse con su esposa y serán los dos una sola carne”? ¿Qué pretende, qué busca con eso?, ¿cuál es el valor que transmite?
- ¿Qué implica para una pareja ser “una sola carne”? ¿Qué importancia tiene esto para la vida familiar?
- Siguiendo la comparación, ¿Cuáles son nuestras infidelidades del corazón? ¿Qué nos lleva a ser infieles?
- ¿Cuál es la actitud y la disposición que pide el Señor al decir: “el Reino de Dios es de los que se parecen a los niños”; ser como niños, ¿en qué, cómo, de qué manera, con qué actitudes?
Luego de un tiempo de meditación personal,
compartimos con sencillez nuestra reflexión, lo que el texto ME dice a mi
propia realidad y situación personal.
III. ORATIO ¿Qué le digo al Señor motivado por su
Palabra?
Motivación: En el diálogo con Dios comprendemos lo mucho
que nos falta para llegar a ser como niños, para vivir completamente entregados
en su amor. Su fidelidad y su ternura son bendición para nuestra vida y modelo
de nuestras relaciones. También traemos hoy a nuestra oración a los esposos:
que su amor sea reflejo del amor de Dios a su pueblo.
- Luego de un tiempo de oración personal, podemos compartir en voz alta nuestra oración, siempre dirigiéndonos a Dios mediante la alabanza, la acción de gracias o la súplica confiada.
- Se puede, también, recitar el salmo responsorial que corresponde a este domingo (salmo 127).
IV. CONTEMPLATIO
¿Qué me
lleva a hacer el texto?
Motivación: San
Vicente habla a las hermanas sobre la fidelidad comparándola con el amor
esponsal: “...Y como el matrimonio no es sino una donación que la mujer hace de sí
misma a su marido, también el matrimonio espiritual que habéis contraído con
Nuestro Señor no es más que la entrega que le han hecho de ustedes mismas;
igualmente él se ha entregado a ustedes, ya que se entrega a las almas que se
dan a él por un contrato irrevocable, que nunca jamás romperá; de modo que, por
la gracia de Dios, pueden decir que su Esposo está en el cielo. Pues bien, lo
mismo que una mujer prudente no mira a ningún otro hombre más que a su marido,
o se convierte en adúltera, así también una hija de la Caridad que tiene la
dicha de ser esposa del Hijo de Dios, pero que se apega a alguna cosa, es una
adúltera por preferir una criatura a Dios. ¡Qué pena para un esposo ver a su
esposa faltar a la fidelidad que le debe! Hijas mías, no hay dolor semejante a
ese. Y también ¡qué motivo de aflicción para una miserable criatura que, de
esposa de Nuestro Señor que era, pasa a un estado de adulterio, cuando se apega
a las criaturas! (IX,784-785)
Compromiso:
Promover desde nuestra familia y comunidad los valores de la unión matrimonial
según lo expresa Jesús en el Evangelio.
Oración
final
Dios de
amor y de ternura,
Tú que
nos haces partícipes de tu amor
dándonos
tus mismos sentimientos
haciéndonos
fecundos en la entrega mutua
en la
donación total al otro,
te
pedimos que nos ayudes a renovarnos cada vez más,
en
nuestro amor, en nuestra entrega, en nuestro darnos al otro,
para que
imitando el amor que nos tienes
cada vez
más nuestro sí mutuo
se
exprese en actitudes y gestos de amor,
de
comprensión, de cariño y ternura
buscando
que el amor que nos tenemos
nos
ayude a vivir más plenamente nuestra fe en ti,
siendo
presencia tuya para los demás,
transmitiendo
y contagiando
el amor
que Tú nos tienes. Amén