Celebremos nuestra Fe
Ambientación:
Frase:
CREO
SEÑOR u otra apropiada.
- Cada participante debe portar una vela o se le hará entrega de la misma.
- El lugar donde se ha de colocar el cirio ha de estar adornado con luces o flores.
Monitor:
Queridos hermanos/as nos reunimos en este día convocados por nuestra Iglesia
Católica para proclamar y celebrar nuestra Fe. El comienzo del Año de la fe coincide con el
recuerdo agradecido de dos grandes eventos que han marcado el rostro de la
Iglesia de nuestros días: los cincuenta años pasados desde la apertura del
Concilio Vaticano II por voluntad del Beato Juan XXIII (1 de octubre de 1962) y
los veinte años desde la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica,
legado a la Iglesia por el Beato Juan Pablo II (11 de octubre de 1992). Hoy
tenemos la oportunidad de confesar al mundo la Fe en el Señor Resucitado, de
testimoniarla y redescubrir sus contenidos fundamentales sintetizados en el
Catecismo, para hacer de la vida un compromiso con Dios y con los hermanos.
- Iniciamos esta Celebración cantando: PUEBLO DE REYES, IGLESIA PEREGRINA, IGLESIA SOY, u otro apropiado.
CIRIO PASCUAL: Representa a
Cristo Resucitado y la llama de la fe que el Espíritu Santo encendió en
nuestros corazones el día del propio bautismo.
LA PALABRA: Volvamos
a entrar de nuevo por la “puerta de la fe” (cf. Hch 14, 27)
que está siempre abierta para nosotros, como nos ha invitado el sucesor de
Pedro. Pero hagámoslo conscientemente, convertidos por la Palabra de Dios y
deseosos de participar en los bienes de la unión con Dios y con todos los
creyentes en Jesucristo. Dice el Papa en la carta en la que anunció el Año de
la Fe: “Se cruza ese umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el
corazón se deja plasmar por la gracia que transforma.
El CATECISMO: “auténtico fruto del Concilio
Vaticano II, presenta «lo nuevo y lo viejo (cf. Mt 13, 52), dado que la fe es
siempre la misma y, a la vez, es fuente de luces siempre nuevas”.
(Se vuelve a cantar el coro del
canto de entrada)
Monitor: La fe como confianza
personal en el Señor y la fe que profesamos en el Credo son inseparables, se
evocan y exigen mutuamente.
Celebrante:
¡Hermanos, HAGAMOS PROFESION DE NUESTRA FE!
·
Recitamos
el CREDO, cantamos al principio y al final:
CREO SEÑOR, PERO AUMENTA MI FE. (Bis)
Monitor: Este
salmo canta la fe, la certeza, la plena seguridad que da la presencia de Dios
en nuestras vidas. El creyente se siente protegido y sabe que el Señor es su
único bien. Por eso se alegra su corazón y vive confiado; tiene la certeza de
que será saciado de gozo y alegría perpetua junto al Señor.
Salmo 15
Protégeme, Dios mío, que me refugio en Ti; yo
digo al Señor: “Tú eres mi bien”.
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.
Multiplican las estatuas
de dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos, ni tomaré sus nombres en mis labios.
de dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos, ni tomaré sus nombres en mis labios.
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi
suerte está en tu mano: me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad.
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor, con Él a mi derecha no vacilaré.
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor, con Él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás
de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha.
LECTURA BÍBLICA:
Monitor: Sé
en quien he puesto mi confianza» (2 Tm 1, 12): estas palabras de San Pablo nos
ayudan a comprender que la fe «es ante todo una adhesión personal del hombre a
Dios”.
(2
Tim. 1, 1 – 18)
Pablo, apóstol de Cristo
Jesús por decisión de Dios, que nos prometió la vida en Cristo Jesús, a su
querido hijo Timoteo. Vengan sobre ti, de Dios Padre y de Cristo Jesús, nuestro
Señor, la gracia, la misericordia y la paz.
DIOS NO NOS DIO UN ESPÍRITU DE
TIMIDEZ. Doy gracias a Dios, a quien
sirvo con conciencia limpia como mis antepasados, cuando constantemente te
recuerdo en mis oraciones noche y día. Al acordarme de tus lágrimas, siento un
gran deseo de verte, para llenarme de alegría. Recuerdo tu fe sincera. Así eran
tu abuela Loida y tu madre, Eunice, y estoy convencido de que la recibiste de
ellas. Por eso te invito a que reavives el don de Dios que recibiste por la
imposición de mis manos. Porque Dios no nos dio un espíritu de timidez, sino un
espíritu de fortaleza, de amor y de buen juicio. No te avergüences, pues, del
martirio de nuestro Señor ni de mí, al verme preso. Al contrario, sufre por el
Evangelio, sostenido por la fuerza de Dios. Él nos ha salvado y nos ha llamado
para una vocación santa, no como premio a nuestros méritos, sino gratuitamente
y por iniciativa propia. Esta llamada, que nos concedió en Cristo Jesús desde
la eternidad, acaba de manifestarse
ahora con la aparición de Cristo Jesús, nuestro Salvador, que ha destruido la
muerte y ha hecho resplandecer en su Evangelio la vida y la inmortalidad. Este es el mensaje para el que fui hecho predicador,
apóstol y maestro, y por el que ahora
padezco esta nueva prueba. Pero no me avergüenzo, porque sé en quién he puesto
mi confianza y estoy convencido de que tiene poder para guardarme hasta aquel
día lo que deposité en sus manos. Toma como norma la sana doctrina que has oído
de mí sobre la fe y el amor según Cristo Jesús. Conserva el precioso depósito con la ayuda del
Espíritu Santo que habita en nosotros.
A manera de respuesta cantamos:
UN SOLO SEÑOR, UNA SOLA FE, UN SOLO
BAUTISMO, UN SOLO DIOS Y PADRE.
- Reflexión personal en silencio.
- Podemos repetir una de las frases del texto.
CÁNTICO EVANGÉLICO: TODOS
La fe es garantía
de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. (Hebreos 11,1)
PRECES: Espontáneas
Monitor: Como
Familia Vicentina estamos invitados a una renovada conversión al Señor Jesús y
a redescubrir nuestra Fe, para hacernos testigos gozosos y convincentes del
Señor Jesús, capaces de señalar “la puerta de la Fe” a tantos que están en
búsqueda de la verdad. Mostrar la
belleza de la Fe y proponerla. Como lo
hizo Vicente de Paúl en su tiempo.
- Para nuestra salvación hemos de seguir siempre y en todas las cosas las luces de la fe. (XI, 724)
- La fe nunca es un razonamiento, ni es un conocimiento humano. “Cuanto más se esfuerza uno en mirar al sol, menos lo ve; lo mismo, cuanto más se esfuerza uno en razonar sobre las verdades de nuestra religión, menos las conoce por la fe.” (XI 803)
- Volved la medalla y veréis con las luces de la fe que el Hijo de Dios, que quiso ser pobre, nos es representado en los pobres… ¡Dios mío! ¡Qué hermoso es ver a los pobres, cuando les miramos en la persona de Dios y en la estima en que les tuvo Jesucristo! (XI, 32)
- La desconfianza en las propias fuerzas tiene que ser el fundamento de la confianza que hay que tener en Dios. (III, 124)
- Si nos mantenemos en la total dependencia de Dios, todo, aún los asuntos más difíciles se trocarán en bien (IV, 370), porque “todo lo que Dios hace está bien hecho”. (VIII, 298)
- En los momentos más difíciles de la vida, en las situaciones más engorrosas, cuando nos sentimos acorralados, Dios nos robustece y nos da una fe, una claridad, una evidencia de fe tan grande, que se desprecia todo, no se asusta uno entonces ni ante la muerte. (XI, 84s)
- La gran riqueza y la seguridad del cristiano es la fe como confianza: “Fiaos en Él, hermanas mías, ¿Quién ha oído decir jamás que los que se han fiado de las promesas de Dios se han visto engañados? Esto no se ha visto nunca, ni se verá jamás. Hijas mías, Dios es fiel en sus promesas y es muy bueno confiar en Él, y esa confianza es toda la riqueza de las Hijas de la Caridad y su seguridad ¡Qué felices seréis hijas mías, si no os falta nunca esta confianza!” (IX, 100)
CANTO FINAL:
YO TENGO FE