“Tú tienes palabras de vida, Ciclo “C”; obras completas de San Vicente de Paúl. |
Ambientación: Para toda la cuaresma: un camino de papel. Una
flecha grande de papel con la inscripción: “Conviértete”.
Cantos sugeridos: Este es el día del Señor.
AMBIENTACIÓN:
La
cuaresma se caracteriza por ser un tiempo de conversión, de cambio, de vuelta
al Señor, para poder así disponernos a las fiestas de Pascua, que son el
prototipo del cambio y de la vida nueva, de la vida plena que el Señor ha
experimentado con su resurrección y que es una invitación a todos nosotros.
1. Oración inicial
Señor Jesús,
Tú una y otra vez, nos has invitado a la conversión,
a
hacer de ti el sentido de nuestra vida,
para
que así nuestra fe la manifestemos
en obras y actitudes,
por eso, nos invitas a dejar lo que nos separa de ti,
a abandonar nuestra vida de pecado,
a cambiar de actitudes
y a producir frutos de conversión.
Ahora que estamos preparándonos
para celebrar tu misterio pascual,
te pedimos que nos concedas tu Espíritu Santo
para que tengamos el valor de reconocer
todo aquello que debemos cambiar,
y con tu ayuda, podamos dejar de lado,
todo lo que impide que Tú seas todo
para y en nosotros.
Tú que nos pides la conversión,
ayúdanos a cambiar lo que debemos cambiar
y así dar los frutos que esperas de nosotros.
Que
así sea.
I. LECTIO ¿Qué
dice el texto? – Lucas
13, 1-9
Motivación: Jesús hace una nueva llamada a la conversión,
al cambio de vida de sus seguidores; es una tarea urgente, y debe manifestarse
y verificar su autenticidad en las obras, en las actitudes, en los
comportamientos. Si la conversión no nos lleva a cambiar de vida, no ha habido
tal conversión; y si no nos convertimos seremos como la higuera estéril. Escuchemos:
Forma de
leerlo:
1. Proclamar el texto en voz alta (todos de pie).
2. Cada uno puede leer en voz alta el versículo que más le llamó la
atención (sentados).
Preguntas
para la lectura:
· ¿Qué noticias le llevan a Jesús las personas
que llegan a donde él?
· ¿Qué les contesta Jesús en ambos casos? ¿Qué
recomendaciones les da?
· ¿Qué enseñanza quiere dar Jesús con la
parábola de la higuera?
· ¿Quién intercede para que la higuera no sea
cortada?
· ¿Cómo actúa el dueño de la viña?
Otros
textos bíblicos para confrontar: Juan 9,3; Juan 8,24; Mateo 21,19.
II. MEDITATIO ¿Qué me
dice? ¿Qué nos dice el Texto?
Motivación: Jesús, el viñador, nos alimenta con su
Palabra para que podamos dar frutos de vida ante el juicio inminente que se ha
iniciado con su llegada. Para ello no basta con escuchar, sino que hemos
dejarnos de convertir por esa Palabra que es eficaz y que llena de frutos
nuestras vidas.
· Dios
castiga. ¿En qué aspectos cambia el texto esta visión
equivocada de Dios?
· Para nosotros en este tiempo de cuaresma,
¿qué importancia tienen las dos exhortaciones que el Señor nos hace a la
conversión (Lc 13,3.5)?, ¿qué actualidad tiene para nosotros?, ¿qué debemos
hacer, convertirnos a qué, cómo?
· ¿Qué mensaje transmite la parábola de la
higuera estéril (Lc 13,6-9)?, ¿qué le dice a nuestra vida?, ¿a qué nos
compromete la paciencia de Dios?, ¿cuáles serían los frutos que el Señor espera
de cada uno de nosotros?
Luego de un tiempo de meditación personal,
compartimos con sencillez nuestra reflexión, lo que el texto ME dice a mi
propia realidad y situación personal.
III. ORATIO ¿Qué le digo al Señor motivado por su
Palabra?
Motivación: La
cuaresma se nos presenta como una oportunidad única para cavar, para echar
abono en nuestra vida cristiana, para seguir avanzando en nuestro camino de
conversión y dar frutos de vida. En nuestra oración le pedimos a Jesús, el
Viñador, que no se canse de interceder por nosotros, que nos ayuda a dar muchos
frutos.
· Luego de un tiempo de oración personal,
podemos compartir en voz alta nuestra oración, siempre dirigiéndonos a Dios
mediante la alabanza, la acción de gracias o la súplica confiada.
· Se puede, también, recitar el salmo
responsorial que corresponde a este domingo
(Salmo 102).
IV. CONTEMPLATIO
¿Qué me
lleva a hacer el texto?
Motivación: La verdadera conversión nos lleva a dar frutos abundantes,
y el buen ejemplo lleva a otros a hacer lo mismo. Esto es lo que sugiere
Vicente a los misioneros en la repetición de oración del 25 de noviembre de
1657.
“ No solamente hemos de obrar el bien, sino
además que ese bien lo debemos hacer bien. Porque, fíjense, no basta con hacer
cosas buenas, por ejemplo, dar limosna, ayunar, y todo lo demás todo eso está
bien, pero no es suficiente, además hay que hacer bien todo esto, con el
espíritu de nuestro Señor, de la manera como lo hizo nuestro Señor en la tierra,
y puramente por la gloria de Dios. Las plantas son incapaces de producir frutos
que sean más excelentes que su esencia. Nosotros, todos nosotros, somos como la
esencia de los que han de venir después de nosotros, y que probablemente no
producirán mejores frutos que nosotros, ni alcanzarán una perfección más alta
que nosotros. Si nosotros hemos obrado bien, ellos obrarán bien.” (XI, 314)
¿Qué va a cambiar en mi
vida después de haber visto que el Señor pide que produzcamos frutos?, ¿qué
debo hacer para vivir mi vida y mi fe produciendo los frutos que el Señor
espera de mí?, ¿dónde, con quienes, de qué manera, en qué debo producir frutos?
Oración
final
Te
bendecimos, Padre, porque eres paciente y compasivo, un Dios lento a la ira y
rico en clemencia y bondad.
No quieres la muerte del pecador, sino que se convierta y viva. Por eso nos invitas continuamente a una conversión liberadora; pero nosotros estamos instalados muy a gusto en la mezquindad, en la hojarasca estéril de una frondosidad tan sólo aparente.
Convierte, Señor, nuestro corazón a los valores de tu reino: pobreza y desprendimiento, perdón y fraternidad, paz y concordia, amor y justicia, alegría y generosidad, aguante y esperanza.
Así seremos hombres y mujeres nuevos, hijos de tu ternura, cristianos maduros de verdad y guiados por tu Espíritu. Amén.
No quieres la muerte del pecador, sino que se convierta y viva. Por eso nos invitas continuamente a una conversión liberadora; pero nosotros estamos instalados muy a gusto en la mezquindad, en la hojarasca estéril de una frondosidad tan sólo aparente.
Convierte, Señor, nuestro corazón a los valores de tu reino: pobreza y desprendimiento, perdón y fraternidad, paz y concordia, amor y justicia, alegría y generosidad, aguante y esperanza.
Así seremos hombres y mujeres nuevos, hijos de tu ternura, cristianos maduros de verdad y guiados por tu Espíritu. Amén.