Ambientación: Cirio, Biblia, frase: ¡Ábrete!
Cantos sugeridos: El Señor es mi fuerza
Fuentes: “Tú tienes palabras de vida, Ciclo B”;
obras completas de San Vicente de Paúl.
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AMBIENTACIÓN:
La gente que estaba junto a Jesús escuchaba sus
palabras; pero también le acercaban sus enfermos para que los curase.
Nosotros nos acercamos al Señor del mismo modo: en
actitud de escuchar su Palabra de vida y poner en sus manos nuestras
preocupaciones. Hoy nos ofrece una palabra gozosa, liberadora y llena de
esperanza.
1. Oración inicial
Tú, Señor, eres el más bueno,
el más justo y compasivo...
Tú has sido bueno con nosotros,
has arrancado nuestros ojos de
las lágrimas,
has apartado nuestra vida de la
muerte.
¡Padre de la vida, que nos sanas
en tu Cristo!
Permítenos imitar tu amor
el que nos has mostrado en Jesús:
Por sus manos cura aún
aquella ceguera que distingue
entre personas,
aquella incapacidad de confesar a
Cristo
presente en los hermanos...
Y continúa haciéndonos el bien,
y aumentando en nosotros el gozo
de ser tu presencia
misericordiosa
para todo pobre que sufre.
AMÉN.
I. LECTIO ¿Qué
dice el texto? – Marcos 7,31-37
Motivación: A través del anuncio profético de la
salvación cristiana y sobre todo en el relato de las “cosas buenas que hacía”,
la figura del Señor misericordioso atrae hoy las esperanzas de todo aquel que
sufre, que necesita de luz y liberación. Escuchemos.
Forma de
leerlo:
Proclamar el texto en voz alta (todos de pie).
Cada uno puede leer en voz alta el versículo que más le llamó la
atención (sentados).
Preguntas para la lectura:
¿Cómo describe el texto la curación del
sordomudo?
¿Qué pasos y gestos realiza Jesús?
¿Cómo reacciona el que acaba de ser curado?
¿y la gente, qué dice de Jesús?
¿Qué les mandó Jesús a los presentes? ¿Qué
hicieron ellos?
Otros
textos bíblicos para confrontar: Mc 8,23; Jn 9,6; Mc 5,23; 6,5; 8,23.25
II. MEDITATIO ¿Qué me
dice? ¿Qué nos dice el Texto?
Motivación: El sordomudo también nos representa a
nosotros, que queremos entender y crecer en nuestra fe. Como él, cerramos
muchas veces los oídos a la Palabra de Dios que viene a iluminarnos y pegamos
la lengua al paladar, incapaces de comunicar a otros la Buena Noticia. Abramos
ahora los oídos de nuestro corazón a la Palabra que hemos proclamado hoy.
¿Te identificas con el sordomudo del
evangelio? ¿Qué trabas y bloqueos te impiden responder a lo que el Señor te
pide?
Le
llevaron un hombre... y le suplicaban que le impusiera la mano. ¿Me
preocupo por acercar a Jesús a las personas que se encuentran en dificultad?
Hoy muchas personas permanecen “sordos” y
“mudos” al evangelio. ¿Con qué gestos y actitudes podríamos nosotros, los
creyentes, abrirles al mensaje de Jesús?
“Todo lo
ha hecho bien”: ¿Qué obras de Jesús me provocan esa
admiración?
Luego de un tiempo de meditación personal,
compartimos con sencillez nuestra reflexión, lo que el texto ME dice a mi
propia realidad y situación personal.
III. ORATIO ¿Qué le digo al Señor motivado por su Palabra?
Motivación: Jesús realiza todos estos signos en nombre de
Dios. Por eso, en actitud orante, levanta los ojos al cielo antes de sanar a
este enfermo. Nosotros sólo podremos ser signos vivos de la salvación divina si
cultivamos esa relación amorosa con el Padre mediante la oración y si miramos
con compasión a nuestros hermanos.
Luego de un tiempo de oración personal, podemos
compartir en voz alta nuestra oración, siempre dirigiéndonos a Dios mediante la
alabanza, la acción de gracias o la súplica confiada.
Se puede, también, recitar el salmo
responsorial que corresponde a este domingo (Salmo 145).
IV. CONTEMPLATIO
¿Qué me
lleva a hacer el texto?
Motivación: Entre los innumerables pobres, los enfermos
siempre han tenido, en la caridad de san Vicente, un lugar prioritario y
privilegiando. A las Hijas de la Caridad les habla sobre la excelencia de su
vocación:
«Para ser verdaderas Hijas de la Caridad, hay
que hacer lo que hizo el Hijo de Dios en la tierra. ¿Y qué es lo que hizo
principalmente? Después de haber sometido su voluntad obedeciendo a la
santísima Virgen y a san José, trabajó continuamente por el prójimo, visitando
y curando a los enfermos, instruyendo a los ignorantes para su salvación. ¡Qué
felices son, hijas mías, por haber sido llamadas a una condición tan agradable
a Dios!» (IX, 34)
«Así como Jesús, que “todo lo ha hecho bien”,
también las hermanas (y todo creyente), deben imitar esta actitud del Señor:
Fíjense, hijas mías: hagan todo el bien que
quieran; si no lo hacen bien, no les aprovechará de nada... ¡Oh, mis queridas
hermanas! Hay que imitar al Hijo de Dios que no hacía nada sino por el amor que
tenía a Dios su Padre. De esta forma, su propósito, al venir a la Caridad,
tiene que ser puramente por el amor y el gusto de Dios; mientras estén en ella,
todas sus acciones tienen que tender a este mismo amor.» (IX,74)
Compromiso:
Tomar
conciencia de mis “sorderas espirituales”. ¿En qué circunstancias me cuesta
escuchar la Palabra de Dios?
Oración
final
Señor Jesús, a aquel que no oía ni hablaba
Effetá, le dijiste y le abriste el oído,
Effetá y comenzó a oír tu Palabra
Effetá y comenzó a conocerte,
por eso, sigue diciendo EFFETÁ,
sigue abriendo nuestros corazones,
sigue derramando tu amor en nuestras vidas,
sigue inundándonos de ti,
para que podamos oírte, para que podamos
seguirte,
para que Tú vayas actuando en nosotros,
para que vayas haciendo maravillas,
para que nos vayas transformando en ti,
y nos hagas testigos tuyos, dando a conocer a
otros,
lo que Tú hiciste en nosotros.
Abre Señor, nuestros oídos, nuestro corazón,
nuestro espíritu,
para que vivamos en, por y para ti. Que así sea.