ORACION PARA EL AÑO JUBILAR ANIVERSARIO 350 DE LA MUERTE DE SAN VICENTE DE PAÚL Y SANTA LUISA DE MARILLAC
Señor Dios omnipotente, Padre de los pobres: Tú nos concedes la gracia de conmemorar en este año el aniversario 350 de la muerte de San Vicente y de Santa Luisa. Te damos rendidas gracias por este don. Concédenos, por su intercesión, que nos dejemos transformar más plenamente por el Espíritu que Tú les diste. Que su caridad abrase nuestro corazón y nuestra mente, para que el amor por los marginados y rechazados de la sociedad sea, en nosotros, inventivo hasta el infinito, cariñoso, atento, misericordioso y previsor.
Haznos descubrir la audacia de San Vicente y de Santa Luisa, la laboriosidad y la fragancia de aquel amor siempre renovado por los pobres, que les ayude a cambiar de verdad su vida.
Ayúdanos a hacer fuerte y humilde nuestra fe en este mundo, que parece tan alejado de Ti pero te necesita.
Ház que podamos ser signo de esperanza para muchos, como lo fueron San Vicente y Santa Luisa, simples compañeros de viaje por el mar de la vida. Concédenos que no nos echemos atrás frente a las dificultades, y que nos esforcemos, con el cansancio de los brazos y el sudor de la frente, en favor de los pobres, nuestros amos y señores. Que en su escuela aprendamos a ser verdaderos hijos tuyos, dignos herederos del carisma que confiaste a San Vicente y a Santa Luisa, para bien de la Iglesia y de toda la humanidad.
Que este año jubilar sea para toda la familia vicentina un momento de gracia y conversión, y para los destinatarios de nuestro amor un tiempo colmado de bendiciones. Amén.
Haznos descubrir la audacia de San Vicente y de Santa Luisa, la laboriosidad y la fragancia de aquel amor siempre renovado por los pobres, que les ayude a cambiar de verdad su vida.
Ayúdanos a hacer fuerte y humilde nuestra fe en este mundo, que parece tan alejado de Ti pero te necesita.
Ház que podamos ser signo de esperanza para muchos, como lo fueron San Vicente y Santa Luisa, simples compañeros de viaje por el mar de la vida. Concédenos que no nos echemos atrás frente a las dificultades, y que nos esforcemos, con el cansancio de los brazos y el sudor de la frente, en favor de los pobres, nuestros amos y señores. Que en su escuela aprendamos a ser verdaderos hijos tuyos, dignos herederos del carisma que confiaste a San Vicente y a Santa Luisa, para bien de la Iglesia y de toda la humanidad.
Que este año jubilar sea para toda la familia vicentina un momento de gracia y conversión, y para los destinatarios de nuestro amor un tiempo colmado de bendiciones. Amén.