1. ¿Para qué un grupo juvenil? Los grupos facilitan la creación de lazos profundos de fraternidad, permiten compartir, ayudan a enfrentar los desafíos de la vida, educan a mirar y descubrir junto con otros la realidad, permiten encontrarse con Jesús de Nazaret y adherir a él y a su proyecto de vida, impulsan la renovación permanente del compromiso de servicio y dan solidez a la proyección misionera expresada en el testimonio personal, en la maduración de la opción vocacional y en el compromiso con la transformación de la realidad.
Los procesos de educación en la fe
"La opción pedagógica fundamental de la pastoral juvenil es el reconocimiento del carácter dinámico de la formación y de educación en la fe".
Esto implica tener en cuenta los "tiempos" de crecimiento, de identificación afectiva, de asimilación y de compromiso propios de los jóvenes. Implica también reconocer que el proceso educativo es un camino que realiza el mismo joven, que él es el principal responsable de dar los pasos que correspondan, que de él son los méritos de los resultados obtenidos y que suya es también la responsabilidad de lo que no logra conseguir.
La formación es un proceso de crecimiento personal y grupal, profundamente encarnado en las condiciones históricas y sociales. Es un proceso de educación no formal, que requiere del animador una gran capacidad de escucha, disponibilidad para estar con los jóvenes y decisión para responder a sus necesidades y búsquedas. No se piensa en docentes que entregan contenidos en una sala de clase, en un horario establecido y con un programa predefinido de contenidos; se piensa en animadores que motivan, animan y acompañan a jóvenes convocados desde sus propios ambientes y desde su propia realidad.
En un proceso de educación no formal, lo doctrinal y lo conceptual no son el punto partida sino el punto de llegada. No se niega su importancia: se afirma que solos no bastan y que serán válidos en la medida en que estén ligados al núcleo formativo por excelencia que es la acción.
Una educación en la acción, que ofrece a los jóvenes la oportunidad de una acción reflexionada y de una reflexión comprometida. La acción concreta en sus propios ambientes de vida es la mejor escuela de formación: se forma para la vida en la vida misma. La reflexión no es un momento separado de la acción. Hay que superar al mismo tiempo la tentación de "primero formar para después actuar" y la tentación del activismo o de "la acción por la acción".
El proceso de formación integral abarca toda la persona del joven y procura ayudarlo a definir y realizar su proyecto de vida. Atiende cinco dimensiones: la relación consigo mismo, que corresponde a su realidad psicoafectiva y a su proceso de personalización; la relación con el grupo, que corresponde a la dimensión social esencial a toda persona; la relación con la sociedad, que corresponde a su proceso de socialización e inserción social; la relación con Dios, que corresponde a su experiencia de fe y la relación con la Iglesia, que corresponde a su proceso de inserción en la comunidad eclesial. El crecimiento en estas cinco dimensiones no se da de manera lineal y siempre progresiva, sino en forma de espiral, lo que exige tener en cuenta los momentos de crisis y retroceso y estar atentos para asegurar el desarrollo armónico de todas las dimensiones.
¿Qué es eso del acompañamiento?
Esta propuesta pedagógica requiere, finalmente, la presencia y la acción de agentes pastorales capacitados para animar y acompañar adecuadamente los procesos de crecimiento y maduración de los jóvenes.
No se trata de "dirigir", "conducir" o "cumplir una función", sino de "dar alma", "dar ánimo", de "dar vida" a los jóvenes y a la pastoral juvenil. Es un servicio evangelizador que exige, entre otras características, conocimiento de la realidad de los jóvenes, capacidad de cercanía, actitud positiva ante ellos y ante la vida, facilidad para la relación personal y para el trabajo en equipo, coherencia de vida, relación personal con Dios, compromiso eclesial y experiencia en el camino de la fe.
El animador es "un joven llamado por Dios en la Iglesia para asumir el servicio de motivar, integrar y ayudar a crecer a otros jóvenes en el proceso comunitario". Prepara y anima las reuniones, favorece la convivencia fraterna y la comunicación, alienta el encuentro con Dios y el compromiso solidario con los demás, vincula a los jóvenes y al grupo con la comunidad, trabaja en equipo con los otros animadores y con el acompañante y procura seguir capacitándose para prestar cada día mejor su servicio.
El acompañante es "un cristiano adulto llamado por Dios para ejercer el ministerio de acompañar, en nombre de la Iglesia, los procesos de educación en la fe de los jóvenes". Acompaña personalmente a los jóvenes, acompaña los procesos grupales para que sean espacios de crecimiento humano y maduración en la fe, forma y capacita a los animadores, trabaja en equipo con los otros acompañantes y es puente entre el mundo adulto y el mundo juvenil, tanto a nivel eclesial como a nivel social.
En todos los ámbitos de la pastoral juvenil crece cada día la conciencia de que la asesoría es un ministerio, es decir, un servicio que se confiere a determinadas personas para bien de la comunidad y para la mejor realización de la misión en el mundo. En este sentido, no es un ministerio exclusivo del sacerdote o religioso, sino fundamentalmente, un ministerio laical.
pedagogías pastorales
RASGOS DE LA PEDAGOGÍA PASTORAL
Todo proyecto pastoral de evangelización con jóvenes necesita una comunidad que lo anime para desarrollarse adecuadamente. Pero necesita también una coherencia, un método, una pedagogía concreta; siempre hay que considerar si sirve para el desarrollo del proyecto y para la consecución progresiva de los objetivos. La pastoral con jóvenes es siempre un proceso. Un proceso educativo de crecimiento, progresivo, armónico y articulado. Y esto requiere un método.
En primer lugar tiene que ser una pedagogía de Dios y de la experiencia. La mejor manera de considerar integralmente al joven es tomar en cuenta su vida como elemento fundamental de la pedagogía, del método y de las técnicas que se vayan a utilizar. La experiencia que permite, cuando se profundiza con seriedad en ella, encontrarse con el Dios de la vida. El Dios que salva y libera no está ausente de las situaciones que vive el joven: joven rico, Mateo, Zaqueo, Samaritana.
Tiene que ser una pedagogía que sea capaz de transformar y liberar. Partir de la experiencia personal nos sitúa en la complejidad de la realidad, a la que no debemos mirar con una mirada neutra, sino con los ojos de la fe y desde la perspectiva del evangelio, lo que nos puede llevar a que el joven vaya afrontando y realizando un cambio de vida. Es la opción coherente con el propósito de lograr la síntesis entre la fe y la vida: experiencias de vida iluminadas desde la fe y con la palabra de Dios. No aparta al joven de su entorno y evita dicotomías enfermizas, compartimentos estancos: la fe por un lado y la vida por otro; la fe como teoría muy bonita, como una ideología.
Tiene que ser una pedagogía que favorezca la participación. Se trata de compartir, de comunicar, de participar; no de que uno, el animador o el catequista, hable y los demás callen. Se trata de no establecer distancias entre el evangelizador y el evangelizando, estableciendo roles necesariamente separados u opuestos. Esto supone ser fieles desde el comienzo a esta pedagogía activa, facilitando en todo momento el animador que sea la persona y, a su nivel, el grupo, el protagonista, quien vaya descubriendo, proponiendo, dando pasos. Porque esta pedagogía pastoral parte del principio de que la conversión es obra del Espíritu Santo en cada uno, y no obra del evangelizador.
La espiritualidad del seguimiento de Jesús
Desde hace un tiempo, la reflexión de la pastoral juvenil latinoamericana viene hablando del "celebrar" como un momento explícito de su propuesta metodológica. Ha llegado a descubrir que para los jóvenes, una vida sin gestos ni celebraciones, no tiene sentido ni dinamismo y que la dimensión celebrativa es un elemento fundamental del estilo de vida que van asumiendo en el proceso de maduración humana y cristiana que realizan.
Esto se basa en la convicción de que la existencia cotidiana, con sus alegrías y tristezas, sus problemas y dificultades, sus temores y esperanzas, sus acciones sencillas y compromisos radicales, es signo de la presencia y de la acción del Señor en la historia y en la vida de las personas. Encontrarse con Él, reconocer su presencia salvadora y su llamado a responder con coherencia y a comprometerse en la construcción del Reino es celebrar la vida.
Celebrar la vida permite recuperar el sentido de la gratuidad en un mundo interesado y competitivo, dignifica el trabajo humano en un mundo materialista y consumista, hace participar en el dinamismo del proyecto del Dios de la Vida en un mundo de dependencia, manipulación y muerte, hace presente la dimensión de la fiesta y de lo nuevo frente a la rutina de cada día y explicita la fe en la presencia de Dios que, da identidad cristiana al grupo y a la propia vida. Celebrar la vida se relaciona además con la búsqueda de sentido, con lo que se es y lo que se hace, con lo que anima y sustenta lo cotidiano, con lo que da fuerza para caminar, con las motivaciones profundas de las opciones que se toman, con la espiritualidad.
Por eso, el "celebrar" es la plenitud de la pedagogía y la metodología de la pastoral juvenil. No es el último paso, sino la culminación de todo el proceso. Como los demás elementos de la propuesta, también éste se va gestando lentamente en la experiencia de Dios que los jóvenes van descubriendo, asumiendo y comprometiéndose a vivir durante el proceso formativo.
A partir de allí, se entiende la espiritualidad como "la experiencia de Dios que se revela en Jesucristo; experiencia que es obra del Espíritu, transforma la persona y desencadena un proceso nuevo en su vida". Es, pues, diferente y original con respecto a otras motivaciones o fuerzas inspiradoras de la vida de las personas. Su fuente es la experiencia de fe en Jesucristo muerto y resucitado, y la conversión y adhesión a él y al Evangelio, vivida con otros en la comunidad Iglesia.
La vivencia del seguimiento de Jesús hecha realidad en miles de jóvenes a lo largo y ancho del continente, ha permitido sistematizar algunas características de una espiritualidad cristiana para ser vivida hoy.
Ellas son:
encontrar a Dios en la vida: espiritualidad de lo cotidiano;
vivir como vivió Jesús: espiritualidad del seguimiento de Jesús vivo y presente;
comunión y servicio: espiritualidad de pertenencia a la comunidad eclesial;
alegría y esperanza: espiritualidad litúrgica y celebrativa;
anuncio y compromiso: espiritualidad laical y misionera;
pequeños y excluidos: espiritualidad de la opción por los pobres;
muerte y resurrección: espiritualidad pascual;
María, mujer, joven, madre: espiritualidad mariana;
y dar la vida: espiritualidad martirial.
El compromiso de fidelidad a esta historia, que es historia de salvación, no es repetición ni inmovilismo. Es y seguirá siendo apertura de corazón, disponibilidad al Espíritu y sentido comunitario para seguir buscando juntos los signos de la presencia de Dios y los caminos que él mismo va señalando, en este continente sufrido y pobre...
Es y seguirá siendo un alerta permanente para que las nuevas búsquedas y propuestas, sigan teniendo siempre el sentido y las características con las que la Iglesia y especialmente los jóvenes, han ido forjando su manera propia de ser jóvenes, de encontrar a Jesús, de ser Iglesia y de luchar por construir la Civilización del Amor en América Latina. Así, la pastoral juvenil seguirá siendo la respuesta de un pueblo de jóvenes a su Dios y a su historia...
PROCESO PREPARATORIO - FORMATIVO.
Algunos –de los que estuvieron en la preparación de los dos últimos meses- se preguntarán ¿para qué hicimos todo esto? La respuesta es que todavía no hemos terminado y tenemos que lograr:
Objetivos del Programa
Buscar una acción eclesial más eficaz.
Encontrar un método adecuado de trabajo.
Asegurar un método de formación permanente.
Buscar criterios para un Plan Operacional de trabajo.
Aprender a utilizar todos los recursos de quienes nos rodean y los que se producen el campo de la reflexión en materia teológico-pastoral
Convertir nuestra acción empírica en acción reflexiva.
Confrontar nuestras actitudes pastorales más frecuentes.
Documentos para revisar:
Marco de Referencia de la Pastoral Juvenil. CEJ -PUCP
Proyecto Nacional de Formación. Comisión Episcopal de Juventud.
Informe final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación.
Gran Misión Popular. Hacia el Tercer Mileno. Diócesis de Chosica.
Confirmación. Libro del Catequista. Diócesis de Chosica.