CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 22 julio 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II está convencido de que la tarea de llevar el Evangelio entre los pobres es «más urgente que nunca» por lo que ha pedido «explorar nuevos caminos» para responder a las nuevas formas de pobreza típicas de las sociedades contemporáneas.Es la consigna que deja en el mensaje que ha enviado a la cuadragésima asamblea general de la Congregación de la Misión, que se celebra en Roma del 5 al 29 de julio.La misiva está dirigida al padre Gregory Gay, estadounidense, quien ha sido elegido como superior general de la Congregación y de la Compañía de las Hijas de la Caridad, convirtiéndose en el vigésimo tercer sucesor de san Vicente de Paúl, quien fundó esta obra en 1625 para la evangelización de los pobres y la formación del clero. «Cuatro siglos después de vuestra fundación, la tarea de "llevar la buena nueva a los pobres" es más urgente que nunca --reconoce el Santo Padre en el mensaje--. No sólo para los millones de personas que carecen de lo necesario para vivir, sino también para el mundo moderno afligido por muchas otras formas de pobreza».
«Vuestra congregación está llamada a explorar nuevos caminos para llevar el mensaje liberador del Evangelio a nuestros hermanos y hermanas que sufren», afirma asegurando a los religiosos paúles «el apoyo de mis oraciones al tratar de responder generosamente a estos desafíos».«Recordad que toda actividad despliega su eficacia a partir de una relación íntima y personal con Cristo --sigue diciendo el mensaje pontificio--. Cuanto más recurráis a los manantiales de la vida cristiana y de la santidad a través de un compromiso aún más profundo y de la oración litúrgica, más os conformaréis con Aquél a quien servís». «Con vuestro corazón abierto al amor de Dios, seréis capaces de ser auténticos testigos en un mundo que clama por la curación que sólo Dios puede ofrecer», asegura.El Santo Padre recuerda también la otra prioridad de los religiosos paúles, constatando que «muchas generaciones de sacerdotes han dado gracias a vuestra congregación por la formación que han recibido de vuestras manos». «No se puede subestimar la importancia de este apostolado --advierte--. Por lo tanto, es fundamental que los sacerdotes que se dediquen a esta tarea sean ejemplares: sacerdotes con madurez humana y espiritual, experiencia pastoral, competencia profesional, capaces de trabajar con los demás». «Muchos vicencianos con estas nobles cualidades se han dedicado a la formación sacerdotal en el pasado --reconoce el obispo de Roma--. Os aliento a continuar con esta misión vital en los próximos años».«¡No sólo habéis ofrecido una contribución sobresaliente al trabajo de la Iglesia en las últimas cuatro generaciones, por lo que está profundamente agradecida, sino que además tenéis ante vosotros una gran historia que cumplir!», concluye Juan Pablo II. «¡Remad mar adentro! No tengáis miedo de aventuraros, de echar las redes. ¡El Señor mismo será vuestro guía!», afirma.La Congregación de la Misión tiene más de 3.500 miembros incorporados: entre ellos, unos 29 obispos, 3.173 sacerdotes, 6 diáconos permanentes, 196 hermanos y 132 estudiantes aspirantes al sacerdocio. A estos hay que añadir 557 miembros ya admitidos aunque todavía no incorporados y 1.114 aspirantes en distinto grado del proceso vocacional. Trabajan en algo menos de ochenta países. Los países que tienen mas vocaciones son Polonia, Colombia, Indonesia, India, Madagascar, el Ecuador, Filipinas, Zaire, México, América Central.
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