Voluntariado Juvenil Vicentino

El Voluntariado Juvenil Vicentino tuvo su origen en París el 29 de noviembre de 1909. Nació con el nombre de “Obra de Luisas de Marillac”, y como parte de la Cofradía de las Damas de la Caridad, hoy Asociación Internacional de Caridades (A.I.C.). De esto hay constancia en un acta en la parroquia de San Nicolás de Chardonet, firmada por Monseñor Annette, Arzobispo de Paris. En Colombia fue organizado el movimiento el 2 de enero de 1933 3n Cali, desde donde se propagó al resto del País. En 1971 tomo el nombre de Voluntariado Juvenil Vicentino “VOLJUVI” dejando de ser solo femenino. Hace parte de la familia vicentina. Sigue las orientaciones de la Iglesia Católica, es ajeno a toda actividad de carácter partidista. Acata la constitución y las leyes de la Republica y promueve obras sociales de caridad y Evangelización, desarrollo humano y servicio a la comunidad.

domingo, junio 26

Lectio Divina Cuerpo y Sangre de Cristo

Corpus Christi
Fuentes: “Tú tienes palabras de vida, Ciclo A”; obras completas de San Vicente de Paúl.

LA PALABRA HOY: Deuteronomio 8,2-3.14-16; Salmo 147; 1 Corintios 10,16-17; Juan 6, 51-59
Ambientación: Un pan grande, adornado con algunas espigas y una jarra de vino; frase: para la vida del mundo.
Cantos sugeridos: En su mesa hay amor; Cantemos al amor de los amores


AMBIENTACIÓN:
El Señor alimenta a su pueblo y le da de beber para que viva y no muera. Jesús es el verdadero pan bajado del cielo. Su carne y su sangre son el auténtico alimento que procura la vida verdadera.


1. Oración inicial:
Señor Dios vivo y verdadero,
que te has quedado en el Pan y en el Vino,
donde nos has dejado tu Cuerpo y tu Sangre,
para alimentarnos y fortalecernos,
te pedimos, que nos ayudes a valorar
y ser conscientes de que eres Tú
el que está ahí, que eres Tú e Dios vivo,
que te has quedado para estar con nosotros,
para llenarnos de gracias y bendiciones,
para que nos podamos unir a ti,
y así en ti, tener vida y salvación.
Abre nuestro corazón, nuestro entendimiento
para ser sensibles a tu presencia
y así encontrar en ti, la vida que buscamos,
la fuerza y vitalidad que necesitamos,
la fortaleza que la vida nos exige
para vivir como Tú dando testimonio de ti.
Que así sea.

I. LECTIO ¿Qué dice el texto? – Juan 6, 51-59
Motivación: Jesús se identifica con el alimento que Dios ha dado a la humanidad y que es preciso asimilar mediante la fe para tener vida eterna. La eucaristía nos lleva a unirnos siempre más al Señor y encontrar en Él la fuente donde encontramos la fortaleza para seguirlo e imitarlo, haciendo vida sus enseñanzas. Escuchemos.


Forma de leerlo:
1.Proclamar el texto en voz alta (todos de pie).
2.Cada uno puede leer en voz alta el versículo que más le llamó la atención (sentados).


Preguntas para la lectura:
•¿Con qué identifica Jesús el pan que Él da?
•¿Cómo reaccionan los judíos ante las palabras de Jesús?
•¿Qué dificultades tienen para entenderlas?
•¿Qué consecuencias tiene “comer el cuerpo”… “beber la sangre” de Jesús?
•¿Qué promete Jesús a los que entren en esta comunión de vida con Él?
Otros textos bíblicos para confrontar: Mt 26,17-19.26-29; Lc 22,7-13.15-20.


II. MEDITATIO ¿Qué me dice? ¿Qué nos dice el Texto?
Motivación: Si la celebración de la Eucaristía no es expresión auténtica de nuestra fe en Jesús y de nuestra profunda comunión de amor con él, se transforma en un simulacro. No podemos desentendernos de su entrega por nosotros ni permanecer indiferentes a su Persona.


•¿Qué aporta a mi fe este texto? ¿Creo de verdad en Jesús? ¿cómo lo manifiesto? La celebración de la Eucaristía es expresión de tu fe en Jesús?
•¿La comunión eucarística alimenta tu relación con él? ¿en qué lo notas?
•“…el que come mi carne y bebe mi sangre, VIVE EN MI Y YO EN ÉL…” (Jn 6,56). A partir de esto, ¿cómo debe ser nuestra actitud ante el Señor en la Eucaristía y principalmente al momento de la comunión?
Luego de un tiempo de meditación personal, compartimos con sencillez nuestra reflexión, lo que el texto ME dice a mi propia realidad y situación personal.


III. ORATIO ¿Qué le digo al Señor motivado por su Palabra?
Motivación: La Eucaristía es fuente y culmen de toda oración, y nuestra plegaria al final de este encuentro no quiere desvincularse de ella, que es la celebración de la fe por excelencia.


•Luego de un tiempo de oración personal, podemos compartir en voz alta nuestra oración, siempre dirigiéndonos a Dios mediante la alabanza, la acción de gracias o la súplica confiada.
•Se puede, también, recitar el salmo responsorial que corresponde a este domingo (Salmo 147).


IV. CONTEMPLATIO ¿Qué me lleva a hacer el texto?
Motivación: Para San Vicente, la Eucaristía es el testamento del Señor a su Iglesia. Es el último signo de su amor, la fuente de donde brota la perenne vida de la Iglesia. A una Hija de la Caridad le dice:
“Cuando instituyó el santo Sacramento, dijo a sus apóstoles: he deseado ardientemente comer esta Pascua con ustedes. Pues bien, como el Hijo de Dios, que en la santa Eucaristía se da a sí mismo, lo deseó con un deseo tan ardiente, ¿no es justo que el alma que desee recibir este soberano bien, lo desee con todo corazón?
Lo que les dijo a sus apóstoles, estén seguras, hijas mías, que se lo dice también a cada una de ustedes. Por eso hay que procurar excitar su deseo con algún buen pensamiento. Deseas venir a mí, Señor mío; ¿y quién soy yo? Pero yo, Dios mío, deseo con todo mi corazón ir a ti, porque eres mi soberano bien y mi fin último. (IX,312)
A un hermano moribundo le dice: Además, como el amor es infinitamente inventivo, tras haber subido al patíbulo infame de la cruz para conquistar las almas y los corazones de aquellos de quienes desea ser amado..., previendo que su ausencia podía ocasionar algún olvido o enfriamiento en nuestros corazones, quiso salir al paso de este inconveniente instituyendo el augusto sacramento donde él se encuentra real y substancialmente como está en el cielo. (XI,65)
Compromiso: Celebrar con gratitud y gozo la eucaristía dominical, prolongándola en la semana mediante gestos de solidaridad y de entrega a los demás.


Oración final:
Hoy, Padre, nuestra oración es de profunda gratitud
por el sacramento del cuerpo y de la sangre de Cristo, que él nos dejó como memorial de su amor sin medida, como Pascua cristiana y como sacrificio de la nueva alianza.
Haz, Señor, que la Eucaristía dominical y diaria renueve a fondo la vida y el ritmo de nuestras comunidades, y que se prolongue en el sacrificio espiritual de nosotros mismos como hostia viva, víctima santa y agradable a tu majestad.
Que tu Espíritu, Señor, renueve nuestras asambleas eucarísticas; y que sepamos expresarlas en la vida, en la práctica del amor, y en el testimonio de la esperanza entre nuestros hermanos. Amén.

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